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MICHOACÁN

Cuentos para Extraterrestres

Que Quieren Aprender a Bordar 

“Per Monstra ad Astra”

Es de carácter recomendable preocuparse por el reverso de un cuadro. Para algunas profesiones dedicadas al sistema de las artes es imprescindible girar la obra. Por ejemplo, las restauradoras con interés en la pintura así se dan cuenta si la tela está bien tensa o la madera tiene un hongo o inclusive si los bastidores están manufacturados con calidad importante. La estructura física a la cual está supeditada la pieza, sin temor a equivocarme, dice mucho con poco.  En los ochenta, había una tendencia en donde a las manifestaciones pictóricas de orden mobiliario  se les colocaba una pequeña estampa de las exposiciones en donde habían participado. La pieza llevaba su historia en la espalda. Sin embargo, el arte “más” contemporáneo  no funciona así. ¿Será que a las no-cosas conceptuales las podemos timbrar de otra forma? Y si sí, ¿cómo es que dejamos constancia de la vida de la imagen en soportes que son poco usuales?    

La obra de este garaje, a propósito de lo anterior, está hecha primordialmente de otros cuerpos. Es tela y almidón, cemento y listones de popelina, sin excluir medios más tradicionales como fotografía y pintura porque quiero y no me resisto, al contrario, insisto a la fantasía de lxs siguientes cuatro artistas michoacanxs. Propuse zurcir sus piezas a partir de pequeños gestos cotidianos que estructuran no sólo sus investigaciones plásticas, sino sus preocupaciones sociales e identitarias. 

En lo íntimo: me da miedo la mala suerte. Aunque últimamente las cosas tampoco van tan de lo mejor. Conozco gente que, como yo,  nunca pasó nunca debajo de una escalera, la sal jamás la da de mano en mano y no sabría qué hacer si se rompe un espejo salvo entrar en P-Á-N-I-C-O. Sin embargo, José Ángel Ayala Lechuga (Morelia, 2000), se divierte con las fricciones de lo que pudiera no salir bien. Rompe huesos de pollo sin esperar que se le cumpla algún deseo, mantiene relaciones amistosas y malintencionadas con seres de otros planetas, mitologías extrañas como  hombres mitad polilla y yuxtaposiciones emocionales entre paisajes, videojuegos, osos y trabalenguas de palabras varias.                                                                                              

Explora, o explota, desde ficciones caricaturísticas y afectaciones sensibles por su vida diaria. “Tenme paciencia o en inglés Bear With Me” se dice sobre una de sus pinturas, “toda la que necesites”, pienso ahora para mí y no digo nada sólo que la buena suerte ya aparezca. Si una parvada de obra pudiera contestarle, serían las creaciones de Astrid  Silva, “Astrrro” (Tlalnepantla, 2002). En ella, también, se revuelven los lindes entre su memoria y los mitos de los lugares donde ha andado. No es de extrañar que su abuelo sea un samurai, de una larga estirpe de honor donde se juran ante la cumbia y las estrellas grabadas en  manteles de plástico que venden en cualquier esquina. 

Astrrro habla también de  pollitos de colores, de gestos patrimoniales imprescindibles, deliciosos y comestibles como es la torta; o los árboles que en vez de dar frutos sólo arrojan  rines para carros que ya no existen, a lo mejor y que todavía no se inventan. En su universo, también borda. Primordialmente, teje, Aracné, la historia de su familia. Un gesto compartido con Estefanía Sánchez (Ciudad de México, 1999), Directora General del Instituto Heterodoxo de Prácticas Marxistas  Para VampirXs, Jóvenes Promesas Problemas y  TraSvestis. Ella también es protagonista en esta heterocrónica curatorial. Por su parte, cuestiona los modelos de enseñanza, restrictivos por no decir homofóbicos, racistas, violentos, clasistas y todo lo malo del mundo, de la educación mexicana. No es de sorprendernos que su lenguaje sea de guiños a niñxs mal portadxs. En algún sitio debería de haber un mesabanco de algún rebelde o, ¡claro!, sellitos de alguien que platica mucho en clase. 

Estefanía se ocupa en la belleza, mas no la retrata; la desobedece. Así, Andu Franco (Morelia, 2002) cuyo compromiso con los valores de orden y pulcritud estética se deben más a la insubordinación que con su consentimiento forzoso para su integración plástica. Y, es por eso, que es maestra indiscutible en el arte de la conversación fina sobre temas concernientes a las políticas  de géneros coetaneos, ya sea: deportivos, artísticos y sexo-afectivos. Sus interlocuciones tienden a darse con seres ecuestres, botas altas, ropas incómodas, jueces incompetentes, lesiones en cervicales, críticos de arte ignorantes, y una gran magnitud de entes reptilianos o replicantes de patrones de comportamiento patriarcal. 

En consecuencia, Andu aboga por la disolución de lo que es un charro y una escaramuza. “Escaramuza” de una etimología poco clara; atribuida del italiano medieval con una  traducción libre como: “combate breve de carácter sin importancia”. No obstante, la obra de Andu no pugna nimiedades de, por ejemplo, la última moda en espuelas para alienígenas o señoras tuertas con afición por el rojo, si es que eso no fuese en sí mismo una tontería. Más bien, cruje, ella o sus textiles o ambos, de inconformidad a las implicaciones tan restrictivas de hacerse de un cuerpo, cuerpx, CUERPA en cualquier disciplina pensada y hecha por y para hombres. A su manera, lo logra,  galopa gloriosa. 

 Finalmente, la obra reunida aquí, con sus propios silencios, murmullos y sonidos extravagantes, por supuesto, ha sido hilvanada de adentro hacia afuera a partir del reconocimiento de sus símiles y diferencias. Siendo que el reto ahora  es imaginar nuevas posibilidades de cómo hemos de  ser timbrados, nosotrxs, no la obra cuando ya no estemos reunidxs más en este lugar de la galaxia. 

Juan Ki Buenrostro 

Curador

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