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GUANAJUATO

Garage Guanajuato reúne a tres artistas que, desde distintas materialidades, exploran la memoria, el paisaje y el afecto como territorios en constante transformación. A través de la pintura, la escultura y la acción, configuran narrativas fragmentadas, poéticas y personales que, aunque nacen de experiencias íntimas, logran resonar colectivamente. La evocación, las contingencias y la ternura no aparecen como realidades fijas, sino como estados transitorios y móviles.

En esta exhibición, Fran Drescher presenta un cuerpo de obra pictórico que transita entre la historia íntima y la ideología cultural. Sus pinturas parten de objetos y colores de consumo cotidiano —la Coca-Cola, la caguama, empaques y anuncios— para transformarlos en escenas ambiguas que operan como mitologías personales. En ellas, la referencia a una infancia atravesada por el abarrotes familiar se entrelaza con la carga simbólica de la marca global. Archivos compartidos se combinan para generar imágenes “pseudo-biográficas”, mientras que el recuerdo familiar se convierte en un paisaje cromático viscoso, siempre al borde de desbordarse.

Yumnia Duarte aborda el paisaje desde lo inaprensible: el agua, el cielo, el tiempo. Sus pinturas se alejan de la representación objetiva para construir ficciones poéticas. En sus piezas, el agua aparece como una trama que se escapa y el horizonte se vuelve un límite difuso entre lo evocativo y lo real. Surgen así atmósferas donde el espacio y el tiempo parecen plegarse en una sola imagen, revelando que la pintura también puede ser una forma de persistencia. En su práctica, el paisaje se reinventa como narrativa donde lo empírico se transforma en sensibilidad plástica.

Danna Sánchez articula su trabajo entre la escultura y la acción, explorando la fragilidad del cuerpo y de los afectos. En su instalación, activa un gesto performático: un pastel se parte y se reparte entre los asistentes, como si fuera su propio cuerpo fragmentándose y entregándose. La lenta descomposición del pastel se convierte en metáfora de las inseguridades que crecen poco a poco, marcando la relación entre infancia, vulnerabilidad y afectividad. En su obra escultórica, Sánchez une dos troncos secos —provenientes de Salamanca y Guanajuato— mediante un sistema de fijación inspirado en la cirugía ósea. Esta unión simbólica habla de la experiencia de habitar entre dos territorios, dos tiempos y dos pertenencias, y de cómo lo fracturado puede, aún así, persistir como unidad.

Miriam Hernández

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